Después de adelgazar hay que seguir atento a las conductas y actitudes de riesgo. Relajar el autocontrol podría iniciar un proceso creciente de pequeños deslices que desencadene una subida.
Quienes han logrado adelgazar y mantenerse saben el esfuerzo que han invertido en ello, y el merecido logro que disfrutan. También conocen el miedo a volver a engordar, un sentimiento persistente que a veces genera vulnerabilidad y puede abrir las puertas a la recaída.
La posibilidad del reengorde se mantiene latente, esperando que el sujeto en cuestión relaje sus mecanismos de alerta. Por eso, a medida que se baja de peso es necesario desarrollar habilidades para manejar las situaciones de riesgo y prevenir experiencias desagradables.
¿A qué se llama situación de riesgo?
A cualquier situación que genere la posibilidad de comer de más. Algunos ejemplos podrían ser la presencia de comida, estados de ánimo negativos o exultantes, estrés, depresión, autocompasión, expectativas irreales, jactancia, vacaciones, fiesta, salida, demasiada rigidez o flexibilidad con el plan.
La prevención del reengorde consiste en armar estrategias de autocontrol para fortalecer el cambio de conductas que se está practicando. El objetivo es poder anticiparse y revisar las conductas y actitudes que puedan conducir a tropezones.
El reengorde, siempre al acecho
El reengorde no sucede de un día para otro. Es el resultado de un proceso, una cadena progresiva de conductas, actitudes y eventos que se inician mucho antes de que la persona que adelgazó comience a aumentar nuevamente.
Aunque resulta difícil establecer claramente dónde empieza, el reengorde forma parte de la enfermedad: responde a la tendencia natural del organismo a buscar su peso anterior, el que quedó grabado en esa registradora a la que se llama adipostato.
El proceso puede iniciarse como consecuencia de algún factor estresante, un cambio positivo o negativo, pensamientos, sentimientos o conductas que comienzan a dar lugar a pequeños deslices o tropezones.
Si la persona está atenta a esas modificaciones y las reconoce podrá corregir el rumbo. Salir bien parado de una situación de riesgo genera una amplia sensación de eficacia y renueva las energías para seguir el tratamiento.
Señales de alerta | |
Luz roja: problema | Luz verde: solución |
Comida * Ir aumentando el tamaño de las porciones. * Dejar de realizar las seis comidas diarias. * Empezar a picar. |
*Planifique las comidas, incluidas las colaciones. * Pese los alimentos. * Saque fotos de las porciones indicadas. * Pida ayuda al grupo, un compañero, nutricionista o médico. |
Movimiento * Disminuir la frecuencia de la actividad física. * Comenzar a faltar a las sesiones con argumentos como la lluvia, el frío, el calor, cosas que hacer, etc. |
* Cambie el tipo de actividad física. * Fraccione la actividad en períodos más cortos. * Busque un acompañante que lo ayude a asistir a las clases o que camine con usted. |
Herramientas * Pesarse con menor frecuencia. * No realizar la curva de peso. * No registrar comida y movimiento. |
* Fijarse día y horario para pesarse. * Retomar la curva de peso. * Retomar el registro de comida y movimiento. |
Relación con el cuerpo * Dejar de mirarse al espejo.
* Evitar que le saquen fotos. * Dejar de comprarse ropa. * Decir que la ropa achicó. |
* Observe honestamente su ropa ¿le queda igual que antes? * Compruebe qué prenda dejó de ponerse y téngala a la vista. * Sáquese una foto y déjela a la vista. |
Autoconversación * "Hoy como, mañana vuelvo a cuidarme". * "Este poquito qué me va a hacer..." * "Un bombón no te lo regalan todos los días..." |
* Estar atento a este tipo de pensamientos que aparecerán como parte del proceso de cambio. * Comente estos pensamientos con una persona dispuesta a apoyarlo. |
Fuente: Doctor Alberto Cormillot.